Analizando la problemática en que se encuentra el sector lechero argentino, se escuchan argumentos que señalan al sector de producción primaria como responsable de las crisis, rotulando a los tamberos locales como estancados en su producción debido a su ineficiencia. Asombra y preocupa escuchar y leer los diagnósticos de los empresarios que lideran el destino de las grandes empresas procesadoras de la leche explicando los motivos por los cuales sus empresas, abastecidas históricamente con la materia prima más barata del planeta, presentan recurrentemente balances negativos y situaciones de quebranto que pone en riesgo su supervivencia y afectan a la cadena láctea toda (demás está decir que mientras el productor cobra los precios más bajos del mundo, el consumidor compra en la góndola los lácteos más caros del mundo).
Cuando se analizan los argumentos una cosa queda clara, en una serie de casi 50 años la producción de leche en Argentina viene creciendo a un ritmo similar a la de la producción de granos* y queda reflejada en el gráfico que acompaña.
La situación es grave y amerita autocrítica y un diagnóstico serio para obtener una solución superadora, en vez de enculpar al consumo, al productor o a Brasil como raíz de los males.
El productor se encuentra lejos de las ciudades, lejos de los políticos, pero muy cerca de las inclemencias climáticas y de los caminos abandonados. En éstas circunstancias siempre ha reaccionado cuando el negocio le fue favorable y el gráfico es elocuente. El chacarero tiene más alternativas para elegir el negocio y/o guardar su producción esperando una mejor oferta por su trabajo. El tambero trabaja sin red, entrega diariamente un producto perecedero, sin precio de pizarra, sin mercado de futuros…pocas herramientas y sin reglas claras.
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Granos: Soja, Maíz y Trigo